Restaurando la Justicia Perdida
Este era el mayor problema de Dios. ¿Cómo podía restaurar la justicia perdida al hombre de manera legal y seguir siendo justo? Los primeros ocho capítulos de Romanos tratan con este problema y nos dan la solución. Efesios 2:12 dice: "Sin esperanza y sin Dios en el mundo." El hombre caído está sin Dios y si esperanza. Está muerto espiritualmente, es participante de la naturaleza de Satanás. No tiene acceso a Dios. No tiene ciudadanía ni derecho legal a apelación. Es como un convicto de la prisión estatal.
Está en unión espiritual con el enemigo de Dios. Su naturaleza está en enemistad contra Dios. No está sujeto a la voluntad de Dios, y no puede hasta ser recreado (Romanos 8:27). ¿Cómo pudo Dios reconciliar al hombre consigo mismo, haciéndolo justo, y restaurándolo a una comunión perfecta? Esto solo pudo ser hecho por Dios por medio de Su Hijo tomando el lugar del hombre, cumpliendo cada demanda de la justicia, y bajándolo al nivel de un hombre perdido (2 Corintios 5:17-21).
Esto es lo que Jesús hizo, y cuando cumplió completamente los clamores de la justicia, Él fue justificado en el espíritu. No solo fue justificado en el espíritu, sino también fue vivificado en el espíritu. El fue recreado de modo que Dios dijo de Él: "Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy." Cuando Jesús fue declarado justo, justificado y vivificado, entonces fue restaurado a la perfecta comunión con el Padre.
Después de ser restaurado a la comunión perfecta con el Padre y pudo entrar al cielo como si nunca hubiese pecado, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Fue hecho la perfecta sustitución del hombre. Esto lo hizo posible no solo para que Dios justifique al hombre, sino para recrearlo perfectamente. Debido a esto, el hombre fue reconciliado con Dios. Ahora tiene derecho al compañerismo y la comunión con el Padre, a estar en Su presencia como si nunca hubiera pecado.
El hecho de que Jesús pudo salir de la morada de los perdidos e ir directamente a la presencia del Padre es la prueba de que el pecador más vil puede hacer lo mismo por medio de Jesucristo nuestro Señor.
No hay ninguna diferencia en cuán malo sea un hombre, si él toma a Cristo como su Salvador y le confiesa como Su Señor, Dios lo hace una nueva creación. Ese hombre se convierte en la justicia de Dios en Cristo. La justicia se convierte en una realidad viva en él.
En el huerto, Adán tuvo perfecta comunión con Dios. Ninguna obra que Dios pueda hacer por el hombre sería perfecta a menos que le diese de vuelta su justicia perdida, su privilegio perdido a la comunión y su dominio perdido. Su justicia y comunión perdidas son restauradas en la Nueva Creación. En el momento que su justicia es restaurada, su dominio perdido también es restaurado mediante el uso del Nombre de Jesús. "De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará."
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