Saturday, April 27, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia - Parte 6 - Cómo Dios Nos Hizo Justos


Cómo Dios Nos Hizo Justos

Nuestra posición con Dios esta en el campo de la fe en Jesucristo. Dicho de otro modo, Dios puso nuestras iniquidades sobre Jesús. En 2 Corintios 5:21 dice: "Al que no conoció pecado,  por nosotros lo hizo pecado,  para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. " Jesús fue más que una ofrenda de pecado. En realidad Él fue hecho pecado con nuestros pecados. Fue hecho injusto con nuestra injusticia. Como nuestro substituto por el pecado, llevó nuestros pecados y nos llevó a nosotros. Fue al lugar de sufrimiento después de dejar Su cuerpo.

Él permaneció ahí hasta que cada demanda de justicia fue satisfecha. Él fue nuestro substituto, tomando nuestro lugar, siendo hecho pecado con nuestro pecado. Fue a la prisión a la que son sentenciados los pecadores y sufrió hasta que todo lo que estaba contra nosotros fuese pagado. Fue la Deidad sufriendo por la humanidad, y siendo Deidad pudo pagar la penalidad.

Cuando el Tribunal Supremo del Universo declaró que lo que Dios había obrado en Cristo era suficiente, que sus sufrimientos habían sido adecuados y que habían cubierto cada demanda de la Justicia, Él declaró que Jesús fue justificado o hecho Justo (Romanos 4:25). En 1 Timoteo 3;16 Pablo dice que Jesús fue "justificado en el espíritu" y en 1 Pedro 3:18 leemos que Él fue "vivificado en espíritu." Él nació de la muerte. Una y otra vez se le llama: "El primogénito entre los muertos."

Dios puso nuestros pecados sobre él. Fue hecho pecado, sufrió en nuestro lugar. Y habiendo cumplido con las demandas de la justicia, la muerte no pudo retenerlo por más tiempo. Él fue "declarado justo." Él fue "vivificado". Se convirtió en el "primogénito de entre los muertos" ; la cabeza de una nueva creación. Colosenses 1:18. Cuando creemos en Jesucristo como nuestro Salvador, Dios es capaz de declararnos justos sobre la base de lo que Jesús hizo. Hay dos fases en esta Justicia.

Primero, Dios nos declara justos, y segundo, somos hechos nuevas criaturas. Nos volvemos participantes de la naturaleza divina, de modo que somos justos por naturaleza y justos por fe. Ahora podemos entender 2 Corintios 5:21: "Al que no conoció pecado,  por nosotros lo hizo pecado," ¿Por qué? "para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él."  Tan cierto como que Jesús fue hecho pecado, Dios nos hace justos en el momento que lo aceptamos.

"Siendo justificados gratuitamente por Su gracia (o, siendo hechos justos gratuitamente por Su gracia) por medio de la redención en Cristo Jesús." Él declara que fuimos hechos justos gratuitamente por Su gracia a través de la redención que es en Cristo Jesús. Él hizo esto "para manifestar su justicia,  a causa de haber pasado por alto,  en su paciencia,  los pecados pasados."

¿Que quiso decir con esto? Desde el tiempo de Adán hasta que Jesús fue colgado en la Cruz, Dios había estado cubriendo los pecados con becerros y machos cabríos.En Levíticos 17:11 dice: "Porque la vida de la carne en la sangre está,  y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona." La palabra "expiación" significa "cubrir". No se usa nunca en conexión con la sangre de Cristo debido a que la sangre de Cristo no cubre, ¡limpia!

No tenemos necesidad de ser cubiertos. Bajo la ley, el pecado no era quitado. No era limpiado. Solo era cubierto por la sangre de los becerros y los machos cabríos. Ahora podemos recibir por fe a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor. Cuando hacemos eso nos volvemos la Justicia de Dios en Él. Siendo hechos justos por Su gracia, ahora tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Habiendo sido hechos justo, habiendo sido declarados justos por el Tribunal Supremo del Universo, habiendo tenido restaurada esa comunión rota a través de los tiempos, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento inunda nuestro ser (Romanos 5:1). Ahora podemos permanecer en Su presencia sin ninguna conciencia de pecado, sin ningún temor, porque "como Él es, somos nosotros en este mundo."

Él es justo. Él mismo nos declaró he hizo justos. Este es el fundamento sobre el cual crece la fe. Cuando sabemos esto tal como la Palabra de Dios lo enseña, podemos pasar a la presencia del Padre sin ningún desafío o cuestionamiento en nuestras mentes. Sabemos que ahora no hay ninguna condenación porque estamos en Cristo Jesús. 

Tuesday, April 16, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia - Parte 5 - Lo Que la Justicia Significa


Lo Que la Justicia Significa

No existe otra palabra en la Biblia, o en la teología, que sea menos entendida y apreciada que esta palabra. Y eso que ella envuelve todo lo que la humanidad desea ardientemente. 

Eso que la justicia le da para el hombre es la progenitora de todas las religiones humanas. 

Las burdas e inmorales religiones del paganismo, y las refinadas, culturizadas y filosóficas religiones modernas, son hijas del deseo del hombre por aquello que la justicia le da.

La justicia restaura todo lo que el hombre perdió en la Caída, demás le da una nueva relación como hijo con todos sus privilegios. Veamos unas cuantas cosas que esa justicia nos da al revelarse como la obra terminada de Cristo.

Nuestra Posición Restaurada

La justicia viene a nosotros en la Nueva Creación. Restaura una posición ante Dios. Quita esa vieja conciencia de pecado que ha lisiado y robado toda nuestra iniciativa espiritual, confianza y seguridad en Su presencia. Restaura al hombre a una posición ante el Padre de la misma manera que Jesús disfrutó en su caminar terrenal. Recuerda la osadía que Jesús tuvo en la presencia del Padre. Su osadía ante Satanás.

Él sabía que tenía derecho legal para estar en la presencia del Padre. Sabía que era el Amo de Satanás y todas sus fuerzas.

Recuerda que osadía tuvo en la tormenta, y como fue el Gobernador absoluto sobre las leyes de la naturaleza. No tuvo temor de decir al muerto Lázaro, aún en la presencia de mucha gente: “Lázaro, ven fuera.” No tuvo ningún sentimiento de inferioridad ante la presencia de la muerte. No tuvo ningún sentimiento de inferioridad ante la presencia de la enfermedad. No temió hablarle al manco y mandarle que esté completamente sano. La justicia es algo magistral.

El problema es: ¿Dios restauró Su justicia al hombre? Esa es la razón por la que escribimos este pequeño libro. Estamos tratando de dar la respuesta para resolver ese antiguo problema.

La Comunión Restaurada

La justicia le restaura al hombre la comunión perdida. Vemos esa comunión ilustrada en la vida de >Jesús. Él se acercó al Padre con la misma libertad e independencia con la que un niño se acerca a su padre. Se dirigió al Padre con la misma familiaridad y simpleza con la que un niño se dirige a su padre.

Jesús disfrutó de una comunión única. No había ningún sentimiento de culpa ni de condenación en el espíritu de Jesús. Nuestros corazones están preguntando hoy: “¿Pede Dios restaurar esa justicia al hombre? Creemos que puede. Creemos que la obra terminada de Cristo lo garantiza. Jesús nunca tuvo un sentimiento de escasez. Cuando necesitó dinero pagar Sus impuestos. Le dijo a Pedro que fuese y atrapase un pez y que ahí encontraría el dinero en su boca. Cuando alimentó a la multitud de cinco mil personas, le llevaron cinco panes y dos pececitos. Bendijo el pan y lo partió. La multitud fue alimentada y quedaron doce canastas llenas. 

Nunca sintió la falta de dinero, Nunca sintió la falta de amor, conocimiento ni de habilidad de ningún tipo. No tuvo ningún sentimiento de conciencia de pecado. No tuvo complejo de inferioridad. La justicia que Jesús tuvo le dio la más dulce y perfecta comunión con el Padre.

La Fe Restaurada

La justicia restaura al hombre a su fe caída. Si quieres ver esto ilustrado, ve a las ciudades y observa las congregaciones reunidas para escuchar a hombres y mujeres hablar sobre psicoanálisis o, en otras palabras, como tener fe en ti mismo y gobernar sobre otros que no tienen fe en si mismos. Jesús no tuvo necesidad de fe. Él creyó en Si mismo. Creyó en Su misión. Creyó en Su Padre. Y debe haber creído en la humanidad.

Si quieres ver la necesidad de la restauración de la justicia, ve a las iglesias y observa la profunda falta de fe del gran cuerpo del cristianismo. Son como Tomás cuando dijo: "No creeré hasta que ponga mis manos en la señal de sus manos y en su costado." La fe de Tomás, como la fe del cristiano moderno, era una fe según el conocimiento de los sentidos. Esto es la fe en lo que puedes ver y sentir.

Esa es la razón por la que muchos de los movimientos modernos, que tienen tanta demostración física, han desafiado la fe de las multitudes. Esa es la fe según el conocimiento de los sentidos.

La Paz es Restaurada

La paz puede ser restaurada solo cuando la justicia es restaurada. Esto restaura nuestra paz con Dios. El individuo es como la masa. La masa es como la nación agitada, sin descanso, sin paz ni quietud. Isaías 57:20-21 dice: "Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos."

La sensación de falta, de culpa, de necesidad, la conciencia de cargas y cuentas sin pagar, llenan el corazón de ansiedad y desasosiego. La justicia restaura la quietud y descanso al espíritu. No estamos más asustados de las cuentas, no estamos más asustados de las circunstancias. La fe levanta la inconsciencia y enfrentamos las más adversas situaciones con una sensación de superioridad. Somos los amos. No hay nada que el hombre pueda necesitar tanto hoy como el sentido de justicia.

La Libertad es Restaurada

No solo restaura la paz, sino que le da al hombre algo que ha anhelado y luchado por tener durante las edades, la libertad. La más grande libertad no es la libertad política, ni la libertad de la preocupación financiera, ni la libertad de la incomodidad física, sino la libertad de la conciencia de pecado. La justicia restaura la libertad al hombre; la misma clase de libertad que Jesús tuvo, la clase de libertad que el hombre ha ansiado ardientemente más que cualquier otra cosa.

Esto es libertad en Cristo, libertad del temor a Satanás, libertad del temor al hombre porque con fiamos en Dios con todo nuestro corazón. No nos apoyamos en nuestra propia prudencia. No estamos acosados y deprimido por el conocimiento de los sentidos o por las circunstancias. Nos paramos en esa dulce y maravillosa conciencia que "Mi Padre es más grande que todo," y "Mayor es el que está en mi que el que está en el mundo." Hemos recibido la condición de hijos.

La justicia nos da la dulce conciencia de los privilegios de nuestra condición de hijos. Somos hijos. Dios es nuestro Padre. Estamos en Su familia. Conocemos a nuestro Padre. Él nos ama y nosotros a Él. La justicia nos restaura el gozo, el gozo inefable de la comunión con el cielo en términos de igualdad. No somos siervos. No somos pecadores. Somos hijos. Herederos de Dios y coherederos juntamente con Jesucristo.

Saturday, April 13, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia - Parte 4 - La Conciencia de Pecado


Estudio Acerca de la Conciencia de Pecado

En la conciencia de pecado puede ser encontrada la razón para prácticamente cada fracaso espiritual. Destruye la fe. Destruye la iniciativa del corazón. Le da al hombre un complejo de inferioridad. Le hace estar con miedo de Dios. Con miedo de si mismo. Siempre está buscando que alguien haga la oración de fe por él. No se da cuenta de su derecho legal para estar ante la presencia del Padre sin condenación.

El complejo de inferioridad que nace de la conciencia de pecado se encuentra por toda la iglesia. Muchas veces me han dicho: “Si pudiera quitarme esta conciencia de pecado, obtendría mi sanidad. Sería una fuerza para Dios, pero no puedo quitarla de mi.” ¿Ha provisto Dios una redención que cura esta afección del pecado? Estoy seguro que sí. Si Él no hubiera planeado sacarla del hombre durante su caminar terrenal, el hombre nunca hubiera podido estar parado delante de Dios porque la obra de la redención solo obra en esta era. 

Dios hizo una provisión para hacer la Nueva Creación. El planeó impartirle Su naturaleza; quitando la vieja naturaleza de pecado y reemplazándola con Su naturaleza. Esto destruye la conciencia de pecado. Pocos teólogos han reconocido el hecho que la conciencia de pecado es la progenitora de prácticamente todas las religiones humanas. El hombre ha buscado sanar esta asquerosa afección. La sensación de sentirse indigno destruye la fe, nos roba la paz mental, hace inefectiva la más ardiente y celosa vida de oración.

Nos roba toda nuestra amistad y comunión con el Padre. Nuestros teólogos desde Lutero nunca encontraron la cura para esta condición. La gente de Santidad han intentado ferozmente solucionar este asunto, pero por más lejos que hayan llegado nunca han sido capaces de curar a un paciente. La cura del hombre ha sido arrepentirse de sus pecados, dolor por sus pecados y una profunda agonía en la oración.

Otros han tratado de acallar su conciencia yendo a la iglesia, haciendo penitencia, ayunando, dando dinero, haciendo buenas obras, dejando los placeres, confesando sus pecados, peleando contra los malos hábitos, poniéndose bajo disciplina de auto negación y auto humillación, descuidando el cuerpo. Algunos han ido tan lejos que han lacerado sus cuerpos. Otros han hecho largos peregrinajes. Todos estos métodos se han intentado. Todo espíritu fervoroso ha intentado alguno de ellos.

Acaba de levantarse un Nuevo movimiento en el que los hombres y mujeres encuentran alivio temporal confesando sus pecados entre ellos. El confesar los pecados puede traer alivio temporal de la presión que hay por causa de ellos, pero ninguna obra de ninguna clase sea que fuesen obras de auto negación, arrepentimiento, penitencia, haciendo oraciones podrán quitar la conciencia de pecado del corazón.

Hay dos clases de conciencia de pecado. Una es el hombre que nunca ha nacido de nuevo. La otra es la que se desarrolla en el creyente que nunca ha crecido más allá del estado de infancia, que no conoce sus privilegios en Cristo. ¿Dónde está la dificultad? Esta es. El hombre natural es un picador, pero es más que eso. En 2 Corintios 6:14 es llamado “iniquidad.” En otros lugares es llamado “pecado”, es más que un pecador. Es más que un trasgresor. Es más que un violador de la ley.

Es por naturaleza hijo de la ira. Está muerto espiritualmente. Está unido a Satanás tal como el creyente está unido a Dios. El creyente se ha vuelto participante de la naturaleza de Dios, el hombre natural es participante de la naturaleza de Satanás. El problema es: ¿Cómo puede Dios tratar legalmente con el problema del pecado del pecado y el de los pecados? ¿Cómo es que trató con esta naturaleza satánica que está en el hombre?  

La Cura de Dios

Dios trajo una redención que cubre cada fase de la necesidad del hombre, que restaura perfectamente su comunión con el Padre para que no haya ningún sentimiento de culpa o pecado, ni memoria de las cosas malas que hayamos hecho en el pasado. El creyente se para completo en Cristo.  

Juan 1:16 dice: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” 

Si lees cuidadosamente Hebreos 10:1-19, verás que bajo el Primer Pacto año tras año había un recordatorio de los pecados, pero en el Nuevo Pacto un hombre que ha aceptado a Cristo pierde la sensación del pecado y en su lugar recibe la sensación de unidad y comunión con el Padre.

En Colosenses 1:13-14 dice: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” Fíjate en esta Escritura que Él “nos ha librado de la potestad de las tinieblas”, ese es el dominio de Satanás, y al mismo tiempo “trasladado al reino de su amado Hijo.”

Aquí hay cuatro hechos. Primero, hemos sido librados del dominio de Satanás. Segundo, hemos nacido en el reino de su amado Hijo. El tercero es, “quien tenemos redención.” Eso es una redención del dominio de Satanás. Satanás no tiene derecho legal para reinar sobre el hombre que ha aceptado a Cristo como Salvador. Ese hombre ha sido librado del dominio de Satanás, de la familia de Satanás. Ha nacido dentro de la familia de Dios, el reino de su amado Hijo. 

Cuando esto es hecho la obra redentora que Cristo trajo se vuelve una realidad.

Cuarto, Él no solo nos redimió del dominio de Satanás, también hay una remisión de nuestros pecados.

Él nos redimió.

Él nos recreó.

Él nos redimió.

Él nos liberó de la autoridad de Satanás.

Él remitió todo lo que habíamos hecho.

Thursday, April 11, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia - Parte 3 - La Revelación de la Justicia


La Revelación de la Justicia

Entendemos que esa justicia significa la habilidad de estar parado en la presencia del Padre Dios sin ningún sentimiento de culpa ni inferioridad. Ésta ha sido la búsqueda de las edades. El deseo de quitarse la conciencia de pecado ha dado nacimiento a todas las religiones principales del mundo. La Sra. Eddy, copiando a Hegel, declara osadamente que Dios no es una persona, y que Satanás no es una persona. Así, que no habiendo Dios ni diablo, no puede haber pecado. 

Si no hay pecado, tampoco puede haber juicio debido al pecado. Si no hay pecado ni temor de juicio, no debería haber conciencia de pecado. Nuestra declaración de que la marea no sube, no la detiene de subir. Las declaraciones de los filósofos de que no existe Dios no detiene la existencia de Dios. Dios existe. Satanás existe. El pecado existe.

Pero Dios trató el problema del pecado en Su Hijo. Él quitó el pecado por el sacrificio de ese Hijo. Él lo hizo posible en términos legales para que el hombre que estaba espiritualmente muerto, en unión con Satanás, se vuelva una nueva creación al recibir la misma naturaleza y vida de Dios. Esta vida y naturaleza de Dios es la justicia. Por eso, el hombre que recibe la naturaleza de Dios se vuelve automáticamente en la justicia de Dios en Cristo.

Puede que no lo sepa, puede que no tome ventaja de ello, pero es verdad. El dominio de la conciencia de pecado sobre la iglesia ha sido fomentado, desarrollado y hecho una realidad por los ministros que han predicado pecado en lugar de predicar a Cristo y a la nueva creación. La conciencia de pecado vino con la caída cuando el hombre se hizo participante de la muerte espiritual. Pasando por las edades universales el hombre ha estado bajo la ruinosa maldición de la muerte espiritual que concibió la conciencia de pecado.

El hombre que está muerto espiritualmente no puede pararse ante de la presencia de Dios. Podemos ver como Dios ilustró ese hecho en el Antiguo Pacto. Una vez al año el Sumo Sacerdote iba al lugar Santísimo, y solamente cuando estaba cubierto por la sangre. El Sumo Sacerdote no entraba al Lugar Santísimo para adorar, sino para hacer la expiación anual por el Israel que estaba muerto espiritualmente. Dios envió a Su Hijo al mundo para Encarnarse, para estar eternamente unido con la humanidad.

Ese Hijo fue a la cruz por el consejo determinado de Dios, se hizo pecado, tomó nuestro lugar como substituto. Luego conquistó al Enemigo he hizo que la justicia estuviese disponible para el hombre. Una redención que no hace justo al hombre sería una falacia. Hasta que el hombre sea justo y lo sepa, Satanás reinará sobre él, el pecado y las enfermedades serán sus amos. Pero en el instante que sabe que es la justicia de Dios en Cristo y conoce lo que esa justicia significa, Satanás es derrotado.

La Iglesia no ha enseñado ni siquiera una justicia limitada. Tiene una justificación teológica que no explica el asunto. La redención de Dios en Cristo es la solución. Hace que el hombre sea un espíritu dominante cuando antes servía como un débil esclavo. ¿Cómo podemos obtener esta justicia que nos da comunión perfecta con el Padre, que nos da la conciencia que somos los amos sobre las fuerzas de oscuridad? Esa justicia viene a nosotros cuando tomamos a Jesús como nuestro Salvador y confesamos Su Señorío sobre nuestras vidas.

Cuando sabemos que Jesús murió por nuestros pecados de acuerdo a las Escrituras, que al tercer día se levantó de la muerte después de haber quitado nuestro pecado y satisfecho los reclamos de justicia como nuestro substituto; cuando sabemos eso y lo tomamos como nuestro Salvador y lo confesamos como Señor, en ese momento recibimos la naturaleza de Dios y nos volvemos la Justicia de Dios en Cristo.

En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Nos hemos vuelto la justicia de Dios en Cristo. Esa justicia no es una experiencia, aunque da nacimiento a muchas experiencias maravillosas. Esta es la naturaleza del Padre impartida a nosotros. Esta es esa naturaleza ganando ascendencia en nosotros hasta que sabemos que somos lo que Dios dice que somos, amos, ¡vencedores!

Tuesday, April 09, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia - Parte 2


Por Qué Hemos Fallado

La iglesia ha sido muy fuerte en enseñarle al hombre su necesidad de Justicia, su debilidad y falta de capacidad para agradar a Dios. Ha sido muy fuerte en su denuncia de los pecados de los creyentes. Ha predicado contra la incredulidad, la conformidad con el mundo, y la falta de fe, pero ha sido tristemente deficiente en mostrar la verdad de lo que somos en Cristo, o como es que la Justicia y la fe están disponibles para nosotros.

La mayoría de nuestros himnos pone la redención como si fuera posterior a la muerte. 

Tendremos descanso cuando estemos en el cielo. Tendremos victoria cuando alcancemos el cielo. Tendremos paz con Dios cuando entremos al cielo. No habrán más fracasos cuando estemos en el cielo. En este lado no tenemos nada más que fracaso, miseria, desengaño y debilidad.

¿Qué quiso decir cuando dijo: “y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”? ¿Cuándo seremos completos? ¿En esta vida o en la otra? ¿Qué quería decir en Romanos 8:37: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”? ¿Cuándo seremos más que vencedores? ¿Acaso será después de la muerte cuando dejemos este valle de lágrimas? Y Filipenses 4:13 dice:“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” 

¿Cuándo seremos capaces de hacer todas estas cosas? ¿Será después de terminar nuestra carrera y estar con Él en el Nuevo Cielo y en la Nueva Tierra? En Romanos 8:1 Él declara: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” ¿Cuándo será esto nuestro? No hemos escuchado nada más que prédicas de condenación. El ministerio no hace distinción entre santos y pecadores. ¿Cuando es que Romanos 5:1 se volverá una realidad? “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” 

En el presente los ministros no predican paz. Siempre está en el futuro. ¿Cuándo encontraremos esa cosa gloriosa llamada Paz? ¿Cuándo es que Jesús nos fue hecho “sabiduría, justificación, santificación y redención”? ¿Vendrá a nosotros con la muerte, o es un hecho para nosotros ahora? “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Sabemos que la primera parte es verdad, ¿pero la segunda parte lo es? ¿Nos volveremos justos en la vida presente, o después de la muerte?¿Esta justicia es simplemente “atribuida” a nosotros, o nos volvemos justos en Él? ¿Esta redención es metafísica o es una realidad? ¿Judas 24 depende de nosotros? “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.” 

Esta presencia de la que habla aquí en la que seremos puestos con gran alegría, ¿es para después de la muerte o para ahora? Para mi es muy claro que vivimos ahora en Su presencia. Si Él no puede presentarnos “ahora” ante Su presencia con gran gozo, ciertamente no puede presentarnos ante la presencia del Padre con gran gozo después de la muerte.

Si se requiere de la muerte para limpiarnos del pecado, se nos ha dejado ante un dilema infeliz. La muerte es del diablo. Eso indicaría que Dios en Su redención fue incapaz de darnos victoria, que Él necesitaba del diablo para completar Su obra redentora. Yo creo que lo que dice la Escritura es absolutamente verdad, que Dios mismo es nuestra justicia, y que nosotros somos la justicia de Dios en Él. Estoy convencido que somos participantes de la naturaleza divina. No hay condenación para nosotros que “andamos en luz, como él está en luz.”  

La totalidad de la enseñanza de la iglesia acerca de la separación del mundo es vaga e ilusoria. Una rama de la iglesia enseña que los que hemos nacido de nuevo todavía tenemos “la naturaleza caída”, Esa es la naturaleza de pecado que vino sobre Adán en la caída. ¿Qué es lo que esto significa? Juan 8:44 es la Escritura que lo explica: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo.” Esa es la naturaleza de Satanás. Satanás le impartió al hombre su naturaleza. Ellos reconocen el hecho que Dios proveyó un nuevo nacimiento pero ese Nuevo nacimiento es un gran fracaso. Lo único que puede hacer es darnos vida eterna y perdonarnos. No puede quitar la vieja naturaleza de nosotros. Eso no está en la Palabra. En 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Un hombre no puede estar en Cristo y tener la naturaleza del diablo en él. Es de la familia de dios o de la familia de Satanás. En 1 Juan 3:10 dice: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo.” No hay un desarrollo real de la fe, ni una fuerte vida cristiana victoriosa con esta concepción mezclada. Somos nuevas creaciones o no lo somos. Hemos pasado de muerte a vida o no lo hemos hecho. Cuando dijo: “El pecado no se enseñoreará de ti”, quería decir exactamente lo que dijo. Si vives una vida de debilidad y derrota es porque no sabes quién eres en Cristo.

La necesidad suprema de esta hora para la iglesia es saber lo que somos en Cristo, como nos ve el Padre, y como considera que debemos ser. En Efesios 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,  que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” En Colosenses 1:21-22: “Y a vosotros también,  que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente,  haciendo malas obras,  ahora os ha reconciliado  en su cuerpo de carne,  por medio de la muerte,  para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”

Esto ya ha sido hecho en Cristo. Tú permaneces completo delante de Él en Cristo. En Efesios 5:27 dice: “A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” En la mente de la mayoría de las personas esto será después de la muerte. Pero esto no es verdad. Ahora presentados sin mancha ni arruga.

¿Piensas que cualquier creyente lleno de pecado (de la forma que se usa ese término) podría estar en Cristo y mantenerse sin mancha ni arruga delante de Él? Si Él no puede quitar la naturaleza de pecado de nosotros cuando nacemos de nuevo, si los méritos de la sangre no alcanzan ni borran esto, ¿cómo podríamos entonces estar bien? No cuando muramos, porque Satanás es el autor de la muerte. Yo declaro ante los ángeles del cielo, los demonios y todos los ejércitos del infierno, que la obra redentora de dios no necesita la ayuda de Satanás para hacernos completos ante de la presencia de Dios.

Sunday, April 07, 2013

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia -Parte 1


Dos Clases de Justicia

La Razón Por la Qué

La urgencia que hace a un hombre borracho, a otro filósofo. . . el desenfreno que llena los salones de baile y los casinos, los moteles y los cines, y todos los demás lugares de placer es la búsqueda del corazón por la realidad, esa búsqueda universal de las edades, la búsqueda del espíritu por el Santo Grial.

Nadie la encuentra hasta que tienen contacto con el Hombre, Cristo Jesús, y lo coronan como Señor de su vida. En ese momento termina la búsqueda. Ellos han llegado. Puede que no sean conscientes de lo que es, pero saben que los placeres que antes buscaban han perdido su gusto y atracción. No sabían que su hambre era espiritual, que buscaban algo que solo Dios podía dar. 

Ninguna persona alcanza ese lugar de descanso hasta que hacen ese contacto. El hombre es un ser espiritual. Tiene un alma. Vive en su cuerpo. El hombre real nunca puede estar permanentemente satisfecho con las cosas de los sentidos. Es un hecho que el chico o chica que encuentra esto en su adolescencia nunca sembrará avena salvaje, no habrá urgencia por los peligrosos placeres del mundo. Tienen algo que responde a ese clamor.

Este libro es un estudio, es una solución del problema espiritual, es la primera vez que alguien intenta entrar al reino espiritual y encontrar al hombre en su propio terreno. Te invitamos a leerlo cuidadosamente. Desearíamos tener contacto con todas las personas que lo hagan. Queremos conocer las reacciones de tu espíritu. Creemos que encontrarás la fuente del gozo eterno.


Introducción

Ellos han estado pescando toda la tarde, ahora están sentados frente al fuego del campamento. Son amigos cercanos. Después de un momento de silencio, le dice a su pastor: “La vida no ha sido como la soñé. Nunca alcance la meta que en mi juventud me propuse en el corazón. Nunca le había abierto a nadie mi corazón para decirle esto, pero te lo cuento hoy.

“Siempre fui religioso. He sido maestro de clases del Biblia. He sido superintendente de Escuelas Dominicales. He sido un educador desde que deje el colegio, pero todos estos años han sido un antecedente secreto de irrealidad. 

“Dios nunca ha sido una real para mí. He leído los Evangelios. Los he estudiado. Pero lo único que he encontrado ahí ha sido la conciencia que no he llegado.

“La dirección que me diste la otra noche me reveló lo que necesitaba. En mis primeros días nunca nos enseñaron acerca de la Vida Eterna. Era ‘convertirse’ y ‘unirse a la iglesia’. 

Casi no se nos enseño de justificación, eso siempre era un punto de vista teológico que no tenía ningún sentido de realidad. 

“Cuando entendí que uno podía recibir la vida eterna; la misma naturaleza de Dios, supe que lo que me dijiste acerca de la Justicia era real.

“Como un resplandor, mi teología y mis teorías se desvanecieron y por primera vez me vi como era realmente a la vista de Dios. Nunca había honrado lo que Él había hecho en Cristo. Nunca había sabido lo que Él había hecho por mí. Yo era una nueva creación. Tenía la misma vida y naturaleza de Dios. Difícilmente me había atrevido a decir: ‘Yo soy la Justicia de Dios.’ Nunca lo había confesado.

“Ni siquiera me había atrevido a pensar que sería algo así hasta después de morir. La conciencia de pecado me tuvo en esclavitud todos estos años. Cuando alguien predicaba contra el pecado, yo decía: ‘Ese soy yo.’ Conocía el pecado. Había luchado en su contra. 

Había sufrido sus efectos. Pero no sabía que había sido hecho una nueva creación y que el pasado había dejado de ser. No sabía que si cometía pecado tenía un Abogado delante el Padre, a Jesucristo el Justo. No sabía que cuando fui recreado me convertí en la Justicia de Dios en Cristo.